Desde que se impuso el título obligatorio en 2009, más de 6.000 personas lo han tenido. Hoy solo quedan 2.230, ya que caduca a los cinco años. La crisis ha reducido la profesión tras el ‘boom’ inicial
11/02/2019 05:00 – El Confidencial
Unas 2.230 personas tienen actualmente en vigor el título que les permite ser controladores de accesos en la Comunidad de Madrid, lo que tradicionalmente se conoce como portero de discoteca. Una profesión que ha ido perdiendo efectivos e interés con el paso del tiempo, ya que el Ejecutivo autonómico ha llegado a tramitar hasta 6.126 autorizaciones para desempeñar este trabajo. El Gobierno regional tiene previsto oficializar en breve, en menos de dos semanas, una nueva convocatoria (la decimosexta) de las pruebas que permitirán obtener nuevos certificados, teniendo en cuenta que en la última, de los 350 que tenían que renovar el carné, solo lo hicieron 51.
La Comunidad de Madrid aprobó en diciembre de 2008 el decreto que regulaba por primera vez “la actividad de control de acceso a espectáculos públicos y actividades recreativas”. La muerte del joven Álvaro Ussía, agredido por tres porteros un mes antes en la discoteca Balcón de Rosales, había generado un gran impacto en la opinión pública madrileña, por lo que el Gobierno regional decidió acelerar la normativa (que ya estaba elaborando) para legislar “el ejercicio de las funciones de dicho personal”. Madrid imponía así (la segunda comunidad que lo hacía) el requisito imprescindible de pasar unas pruebas para desempeñar este trabajo.
Así, en marzo de 2009, la Consejería de Presidencia y Justicia organizó el primer examen, al que se presentaron casi 2.600 candidatos. Aprobaron 1.512. La comunidad realizó una segunda convocatoria en julio de 2009, sumando otros 1.291 aprobados. El Gobierno regional decidió entonces hacer una convocatoria anual: la de 2010 incorporó 814 nuevos controladores, de la de 2011 unos 501, 389 la de 2012 y 350 la de 2013. En total, 4.857 en cinco años. El decreto regula que el certificado para trabajar de portero caduca a los cinco años, por lo que hay que renovarlo.
Es decir, los 1.512 que lo obtuvieron en 2009 fueron obligados a realizar un nuevo examen en julio de 2014. Solo lo hicieron 706. Desde entonces, la comunidad ha estado convocando nuevas pruebas para sumar nuevos controladores y otras pruebas de renovación para actualizar las autorizaciones que habían caducado. Los datos revelan que el interés por este trabajo, que a veces tiene mala fama, ha perdido fuelle. En estos 10 años, 6.126 personas de 55 nacionalidades distintas han tenido en algún momento la acreditación para ejercer. Hoy, solo la mantienen operativa 2.230, señalan desde la Consejería de Presidencia. Es decir, 3.896 no han renovado la titulación.
La imposición de la norma, que hizo obligatorio pasar las pruebas para poder ejercer, desató obviamente un ‘boom’ de candidatos. Pero a poco, varios factores han ido reduciendo el número de controladores. La primera, la crisis económica. “Que ha afectado sobre todo a aquellos locales que cierran más tarde, discotecas y salas de fiestas, y que por tanto demandaban un servicio de control de acceso”, señala Vicente Pizcueta, portavoz de la Asociación de Empresarios de Ocio Nocturno (Noche Madrid). “La disminución del volumen de empresas ha provocado un retroceso de la oferta de empleo. Actualmente, la cifra de locales de ocio en la comunidad está entre 2.000 y 2.200, de los cuales 300 son discotecas y salas de conciertos. Antes de la crisis, había 2.500”.
Según los datos que maneja la consejería, de acuerdo con el cartel identificativo que deben tener los locales de ocio, en la región hay 8.943 bares, 1.360 bares de copas, 164 discotecas, 30 salas de baile y 96 salas de fiestas. El servicio de admisión no es obligatorio, pero si el local en cuestión decide tenerlo, debe contar con personal especializado, es decir, con controladores. Curiosamente, la salida de la crisis no ha ayudado a recuperar la profesión. “Y ahora, en un contexto de recuperación económica, se produce un huida del sector hacia otros trabajos. El de controlador no es agradable, por los horarios y dedicación que supone”, explica Pizcueta.
Es decir, el ‘boom’ inicial de controladores (4.800 en los primeros cinco años) ha ido reconduciéndose poco a poco a cifras más normalizadas en función del sector, que considera los 2.230 controladores un volumen acorde con el trabajo que hay. “La dimensión del ocio nocturno no es hoy lo que era hace años”, recalca Pizcueta. El mejor ejemplo es el último examen de renovación, que se produjo en noviembre del año pasado para los 350 que habían obtenido la titulación en 2013. Solo lo han renovado 51. Otro punto de inflexión se produjo en 2014, cuando la comunidad incrementó la tasa para poder presentarse de 59,9 a 102 euros, lo que generó muchas críticas entre los controladores. “Puede ser un precio alto, pero estas pruebas selectivas conllevan un compromiso serio con el trabajo a desempeñar”, explican desde Presidencia.
La asociación Noche Madrid asegura que el sistema de control de accesos en la comunidad es de los más seguros de Europa y de los que menos incidentes generan. Los controladores están autorizados a pedir la identificación de edad a las personas que quieren entrar en un local, pero ante cualquier problema de seguridad deben llamar a la policía. Pueden trabajar en conciertos, salas de fiesta, salas de baile y discotecas, bares especiales y “espectáculos y actividades recreativas de carácter extraordinario”. Los requisitos para poder ejercer son ser mayor de 18 años y no tener antecedentes penales. El control de que los porteros tengan la titulación depende de los ayuntamientos. Los locales que incumplan se arriesgan a sanciones que varían entre los 30.000 y los 150.000 euros.
Los requisitos para poder ejercer son ser mayor de 18 años y no tener antecedentes penales
No hay grandes novedades para la próxima prueba. Para obtener el certificado, será necesario superar dos pruebas de carácter eliminatorio: un test de conocimiento de 50 preguntas sobre los temas establecidos en el programa (legislación española, normativa de tenencia de armas, normativa sobre establecimientos públicos, prevención de incendios y salvamento) y luego un test psicológico. La primera prueba suelen superarla la mayoría de los participantes, de los que muchos son extranjeros (con permiso de trabajo y residencia). No suelen presentarse mujeres. Y un alto porcentaje son extranjeros, sobre todo rumanos, ecuatorianos y colombianos. “En esta última prueba se pone especial énfasis por parte de la consejería. Se suele rechazar a menos del 10% tras hacer el test psicotécnico”.
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